lunes, 1 de febrero de 2016

Artículo de opinión: sobre Metal, guetos y demás chorradas

A raíz de cierto artículo que ha llegado a mi persona vía redes sociales, me animo a escribir un artículo que resume, en esencia, muchos postulados alrededor del género de música que más alegrías me ha dado en mi vida: el vil Metal. ¿Por qué vil? Porque alrededor del género acostumbran a montarse una serie de circos del que un servidor, por varias razones, reniega.

En dicho artículo, que por respeto a la fuente cito a continuación, que sirve como germen de este (más bien como respuesta que reafirmando mi fuerte oposición a la ideología mostrada allí), se reafirma la identidad elitista, clasista y cerrada de una parte significativa ya no del Metal Extremo, sino del mundo del Metal en general. Antes de hablar de lo que opino, lo desmenuzaré un poquito.

¿Tiene el Metal Extremo un estigma social? Seguramente sí. No descubrimos nada a nadie. Como buena parte del Rock para el oyente extranjero a todas esas tonalidades. ¿Es, como afirma el autor del artículo, España un país poco propicio para el Metal Extremo? En absoluto. Israel es un país poco propicio para el Metal Extremo, y lo hay. En España gozamos de una salud robusta, a nivel underground, eso sí.

También se hace referencia al bajo nivel cultural en cuanto a música que hay en España. Si bien creo que el nivel cultural de la piel del toro no es excelente, esto no se reduce a "es que a mi vecino no le gusta el Black Metal". Es un indicador pobre y sesgado. La cultura española parece identificar el arte como un hobby en lugar de una profesión. ¿De dónde lo deduzco? A falta de cifras oficiales, sí he tenido el placer de hablar (tanto a modo de charla como en entrevistas) con diversos artistas, tanto grupos con su público como diseñadores, escritores, etc. No iré tan lejos de decir que España es inculta, pero la concepción de la cultura como vía laboral además de como expresión artística sí que deja un poco que desear. No ayuda un IVA cultural altísimo o precios altos, tampoco. Y ahora sí que sí, podemos citar la afluencia en cines los días de precios reducidos o populares, y un día cualquiera. ¿Es, entonces, España inculta? En absoluto. Pero sí creo que tiene un problema de base, asociarlo todo al mercado. De eso ya hablaremos otro día. Lo único que saco en claro es la pataleta de "España es inculta porque no le gusta la misma música que a mí".

"Existen formas de saber si algo es bueno o malo, y con la música igual". Pongamos varios ejemplos. Existe música con buena producción y mala producción. Música directa y música enrevesada. Discos con pretensiones y discos sin ellas. Música con salida en el mercado y música sin ella. ¿Qué es lo bueno? Podemos encontrar música relevante a nivel histórico (prefiero hablar de relevancia, es un baremo menos tendencioso) en cualquiera de esas formas, y música menos interesante en todas ellas igualmente. Música mal grabada pero crucial, como el Hardcore Punk de los 80s, música sencilla pero que favorece la frescura frente al cálculo extremo de todos los elementos de la grabación (la NWOBHM). Música con salida en el mercado y que ha perdurado en el tiempo (The Beatles), y música sin hueco en el gran público cuando salió (The Velvet Underground).

"Pienso que un batería Pop, salvo excepciones, no sabría tocar una pieza de Metal". Esto me parece una falacia. Un buen músico puede destacar por su versatilidad, pero no necesariamente un virtuoso de un género puede triunfar en un género más sencillo. Como ejemplo queda Pavarotti, totalmente desubicado fuera de la Ópera, donde era el amo absoluto, o muchísimas bandas de Rock Progresivo de los 70 fuera de su asiento acercándose al Pop en los años 80. Con el Metal pasa igual. Un maestro del blast beat como es Flo Mounier (batería de Cryptopsy) podría sentirse perdido en una canción Pop por la falta de costumbre. Saliendo de ahí, me gustaría ver al grueso de cantantes de Death Metal versionando a David Bisbal. Sí, a Bisbal, del que tanto se mofa de forma velada el autor del artículo. Seguramente no podrían. Técnicamente hablando, Bisbal no canta mal en absoluto (que sea de los gustos del que escribe es otro tema), ¿no? Pues eso. Cae en la falacia de las facultades técnicas, cuando la música es mucho más grande que eso.

"La mayoría de españoles no sabe diferenciar entre géneros del Metal". Normal, es difícil verlo desde fuera. Alguien que no escuche Pop, además de despreciarlo, tampoco tendría idea de la inmensa cantidad de subgéneros que tiene. Esto son prejuicios e ignorancia que, demostrado queda, son pluridireccionales.

Además, da una visión clasista y sesgada. Exactamente como la visión que, según el autor, recibe el Metal Extremo. Vamos a obviar este ejercicio de doble moral e hipocresía y centrarnos, por fin, en el tema.

El Metal Extremo no requiere una gran técnica. O sí. Una de las grandezas del Metal está en su versatilidad. De hecho, varias de las bandas que menciona como ejemplo no desarrollan grandes ejercicios de virtuosismo en su música. A saber, bandas como Obituary, Darkthrone o Sepultura, absolutamente seminales y con varios clásicos dentro del Metal en su currículum. ¿Entonces qué pasa? ¿Dónde establecemos el baremo técnico para decir "qué es bueno o malo"? Es una teoría que termina viniéndose abajo, dado que cada género requiere recursos distintos. ¿Es malo el Metal porque no llega al virtuosismo instrumental del Jazz o la música barroca? En absoluto. ¿Es malo el Pop por lo mismo? Tampoco.

Replanteemos el tema hacia su núcleo: los guetos del Metal. Por razones varias, es un género con una comunidad muy particular. Por un lado, dedicada, con una masa social implicada (festivales y conciertos montados por aficionados, además de por promotores especializados, ventas de discos decentes, etc), cosa, para mí, positiva. Por otro lado, el citado, y demostrado vía cierto artículo, gueto. Estos guetos nacen de posturas reaccionarias y obtusas. No eres mejor que el vecino por llevar una camiseta de Slayer, así como el vecino tampoco es mejor que tú.

Por supuesto, cada gueto tiene sus reglas. Aprovecho la ocasión para mandar un dardo envenenado al gueto del Metal Progresivo: sí, hay bandas muy complejas y con auténtico talento. Sí, hay Metal tremendamente simple. Y mucho más escuchables que desvaríos como el último y soporífero disco de Dream Theater. ¿De qué sirve la técnica si la expresión de la misma no cala en el oyente o termina siendo irrelevante? De absolutamente nada. Si eso, de llenar el ego de algunas personas, que a menudo no son los compositores.

Voy a dar un consejo personal: no os limitéis en guetos ni en etiquetas. Intentad encontrar algo de música que os llene. Explorad mientras podáis e intentad barrer los prejuicios que tengáis. Porque todos los hemos tenido y a todos nos quedan prejuicios en lo musical. El primer paso implica admitirlo. Hay demasiada música tremenda ahí fuera como para encerrarse en una habitación a teclear barrabasadas sobre por qué las 4 mierdas que escucho molan más que las del vecino.